Gamma Ray - Land of the Free




Ya había hablado anteriormente de la situación del Metal a nivel mundial a comienzos de los 90, donde faltaban nuevos referentes, que el Metal podría sobrevivir a los problemas de poca difusión y la falta de bandas que lo hiciesen variar, darle nuevos tintes, en fin, revivir su espíritu, ese que tanto marcó los 80’s.

Uno de los personajes encargados de llevar a cabo dicha misión fue nada más ni nada menos que Kai Hansen, quien tras abandonar Helloween decide formar Gamma Ray, banda donde él sea el principal compositor y líder para así evitar los ya conocidos problemas que tuvo con Michael Weikath en su paso por la calabaza.

Tras formar Gamma Ray, lanzar 3 discos, que si bien eran muy buenos, carecían de los elementos que tanto marcaron la época de los Keeper of the Seven Keys, es decir, aquellos que los podrían definir como obras maestras: Les faltó lo épico, lo emocionante…y les faltó Power Metal.

Antes que todo, se debe explicar un poco la panorámica desde la cual Gamma Ray afrontaba el proceso de elaboración de un nuevo disco. Primero que todo Ralf Scheepers, el vocalista, dejó la banda para intentar llenar el hueco que Rob Halford dejó en Judas Priest (cosa que no consiguió), asique se anunció el retorno oficial de Hansen a los micrófonos (labor que no llevaba a cabo desde el Walls of Jericho con Helloween) y además hubo otros cambios en la formación, de la cual el único miembro que queda actualmente en la banda es el bajista y guitarrista de ese entonces Dirk Slachter.

El disco de aquél entonces es esta joyita llamada como Land of the Free, y si bien no tiene relación con los “Keeper…” podemos decir que es la última pieza de la trilogía de “masterpieces” engendradas por Hansen. Vamos a la música.

Rebellion in Dreamland es el primer corte, que comienza con guitarras acústicas, con una suave voz de Hansen presentándonos el conflicto del disco, (porque SÍ, es una obra conceptual) y que de poco se distorsiona con velocidades a medio tiempo, riffs épicos y melódicos, que se compenetran muy bien con la letra, y que de a poco nos introducen a ese emocionante, no, EMOCIONANTE coro, poderoso y lleno de vitalidad, invitando a llevar a cabo la “Rebellion in Dreamland”, especial para tocar en vivo junto al público. Llama la atención que dure ocho minutos, para ser el “opening track”, pero se pasan volando luego de la fulminante sección de riffs y puentes que median entre la emoción y la nostalgia, los aires de libertad se imprimen directamente en la música.

Retomando la línea Power Metal, Man on a Mission es una bomba de velocidad y melodías, con un ritmo muy caótico, pero donde todo calza perfecto, con los ya clásicos coros-himno que se pegan y uno los anda cantando en la ducha, en el auto, en la sala de clases, etc. Pero no podía ser tan simplón (en estructura) y el quiebre es un punto muy a favor, porque está dotado claramente de la influencia de Queen, y que nos muestra nuevas facetas, y que da paso a una bombástica sección de solos veloces, a la velocidad del rayo. Temazo.

Pegado al corte anterior hay un interludio de 40 segundos llamado Fairytale que al igual que su predecesor, es una bomba, pero que siguiendo la temática del álbum, como que concluye la temática Man on a Mission, donde se manifiesta que la resistencia sigue en pie, y que la utopía llamada “libertad” será realidad pronto.

Retomando el lado más épico se nos presenta All of the Damned que es a medio tiempo, con una introdcción de teclados y bajos que explotan en riffs oscuros y más pesados, con una voz más directa de Hansen, con mucha personalidad, con riffs medios arábicos. Resulta un tema muy intenso y entretenido, pese a que es bien serio, no tan “feliz” como los dos cortes anteriores.

Rissing of the Damned es otro interludio, instrumental ahora, y de corte más Wagneriano, que da paso a Gods of Deliverance, un tema Power Metal “old school”, pesado y veloz, muy cercano al Speed Metal, muy a la onda alemana, directo a la vena. Esta canción no calza mucho con la onda que tenía el disco hasta el momento, pero tampoco es que nos desconecte de ella, porque sigue siendo un buen tema, y que cumple la función de darle poder al disco.

Si hablaba de la influencia de Queen en Gamma Ray, ahora hay una relación directa, porque la balada Farewell comienza con voz y piano, con voces de fondo más graves, a la onda Bohemian Rhapsody, con solos también similares a los de Queen, y por ende no resulta un tema meloso, no es romantico, es una alegre despedida que un personaje hace a sus amigos, con ciertos elementos celtas y la sorpresiva aparición de Hansi Kursch (Blind Guardian) que hace que el tema resulte mucho más ameno. Por lo tanto obviaré la calificación de este tema dentro de “balada melosa”, porque tiene otra intención, nos da el respiro que necesitábamos.

Mucha tranquilidad para un disco de Gamma Ray hasta parecía extraña, y el poder del power alemán retornan con Salvation’s Calling que sigue un poco la onda de Gods of Deliverance, siendo directo y agresivo, pero este presentan más quiebres y nuevos pasajes, con una hermosa sección de tappings y solos muy épicos, característico de Gamma Ray.

Llegó la hora del tema homónimo, Land of the Free, y perdonando la expresión, ¡PUTA QUE TEMAZO! Que comienza directo, con riffs potentes y melódicos a mid tempo que cesan en una oscura narración-canto de Hansen, con mucha tensión y un inspirador puente. El coro ¡OMG! Que sorpresa volver a escuchar a Michael Kiske, quien esta vez junto Hansen nos deleita con el otrora coro-himno del disco. El tema continúa con las caracterisitas secciones de solos melódicos harmónicos, con muchos e interesantes quiebres. De lo mejor del disco.

The Savior es otro interludio, esta vez a la onda de la conocida intro Welcome, del primer álbum, y que nos conecta con Abyss of the Void, y este tema es otro de los clásicos de Gamma Ray, que parte lento, oscuro, épico, misterioso e intrigante y que repentinamente se enciende en estrofas llenas de voces corales de fondo, con mucha influencia del Heavy Metal, con otro gran coro, teclados de fondo, y que resulta muy emocionante.

Volvemos a escuchar a Michael Kiske, pero esta vez en un tema completo y no como corista, y Time to Break Free logra plasmar toda la onda de los “Kepper…” cuando Kiske y Hansen hacían dupla en Helloween, muy a lo I Want Out, A Little Time, etc. ganchero, melódico, a medio tiempo, rockero, y es justamente lo que da rabia, que Kiske se haya retirado de las pistas del Metal, y que de vez en cuando participe en uno que otro proyecto como para recordarnos que él es la voz del Power Metal, el le dio vida, el es el referente y que nadie puede comparsele, y punto.

Afterlife cierra el disco con tonadas oscuras, muy a la onda Uriah Heep, algo psicodélico, y que sirve como el opus perfecto para un gran álbum, que a ratos se enciende y a ratos de desvanece, lo que le da un toque más reflexivo, más concluyente.

Hansen hizo lo que quiso en este álbum, un exelente trabajo que nos remite a la época dorada del Power Metal, como para completar la “santa trinidad”, de un mismo creador, que la define y es definido por ella. Como dije antes, una joyita.


Descargadlo acá

No hay comentarios: